Table of Contents:
  • Corre el año 1975 en Argentina. A los estudiantes de diferentes colegios se les quita el Boleto Estudiantil —con el que obtenían un importante descuento en la tarifa del viaje en colectivo— durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón. Este suponía un alivio esencial en sus economías, por lo que los estudiantes de la ciudad de La Plata deciden realizar una marcha de protesta en la que puedan participar miles de jóvenes acuciados por el mismo problema. Diferentes delegados de agrupaciones de estudiantes se congregan en uno de los colegios secundarios con el fin de organizarse y marchar hasta el edificio de Obras Públicas con el fin de presentar un petitorio para la adjudicación del Boleto Estudiantil Secundario (BES). Entre ellos, se encontraban alumnos del Colegio Nacional, Bellas Artes y de la Escuela Normal Nº 3, entre otros. La policía había previsto la protesta y estaba esperando para reprimirla, y a la llegada de los estudiantes ésta ataca y hiere a muchos de los manifestantes. Seis de los jóvenes que acudieron a la marcha —María Clara Ciocchini, Claudia Falcone, Claudio de Acha, Daniel Racero, Horacio Húngaro y Francisco López Muntaner— se encontraban en diferentes grupos de militancia política. Dedicaban varias de sus horas libre a enseñar a niños de barrios pobres de La Plata, a la recuperación de viviendas y a la lucha por el BES, entre otras cosas, lo cual los pone en la mira directa de la inminente dictadura de Videla. Pocos meses después del golpe de Estado, en la madrugada del 16 de septiembre del 1976, entre las 0:30 y las 5:00 h, llega una comisión militar a cada una de las casas de los estudiantes que pertenecían al grupo político. Los secuestradores del grupo de tareas se presentan como policías de La Plata, y sacan violentamente de sus casas a los jóvenes, mientras los maltrataban y amenazaban con armas a los padres de estos. Con el secuestro de los seis estudiantes se da inicio al hecho histórico conocido como la Noche de los Lápices. Pablo Díaz, al enterarse lo que le había ocurrido a sus compañeros, se ausenta de su domicilio por unos días hasta que su padre le pide que regrese. La misma noche del regreso, el 21 de septiembre de 1976, es secuestrado de su domicilio con el mismo modus operandi. Los estudiantes son amordazados y encerrados en un centro de detención clandestino conocido como "Pozo de Banfield" junto a otros estudiantes que habían participado en las protestas del boleto estudiantil. Allí son torturados con picanas (pringues eléctricos) o se les arrancan las uñas para tratar de sacarles información sobre los grupos políticos a los que pertenecían y sobre el movimiento de protesta; las jóvenes, dos de las cuales se encontraban embarazadas, son manoseadas o violadas en reiteradas oportunidades durante las torturas o en otros momentos. Los varones son desnudados y desde entonces quedan en calzoncillos todo el tiempo. Los amigos luego son traspasados a cuartos pequeños e individuales, amordazados y con los ojos vendados. Se les alimenta con agua y pan únicamente. Cuando Pablo Díaz llega al primer centro de detención, en el cual los represores buscan obtener información torturando a los cautivos, este se entera por otros detenidos que sus compañeros estuvieron en el mismo lugar que él, pero fueron trasladados. A los pocos días, Pablo es trasladado al centro de detención clandestino, lo desnudan y lo colocan dentro de una pequeña celda con los ojos cegados y las manos atadas. Allí descubre que sus amigos y compañeros están en celdas aledañas a las de él y se comunican por medio de los techos, que están enrejados. De esta manera, tratan de sobrellevar el día a día del horror que les toca vivir, charlando o alzando sus voces para cantar los himnos de la época: Rasguña las piedras y Canción para mi muerte, ambas de Sui Generis. Mientras tanto, los familiares de los detenidos luchan en pos de encontrarlos, hablando con oficiales del Ejército y funcionarios del Estado. Casi todos los estudiantes secuestrados son asesinados y sus cadáveres hechos desaparecer. Pablo Díaz es liberado en 1980, luego de ser trasladado al Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Esto significaba pasar a ser un detenido legal y no clandestino. El film termina con Díaz siendo liberado y pidiéndole a sus compañeros que no pierdan la esperanza, asegurándoles que ellos también saldrán de su encierro. Un texto final señala que Díaz fue uno de los pocos sobrevivientes del terrorismo de Estado que ejerció la genocida última dictadura cívico-militar, y gracias a su testimonio, brindado en el Juicio de las Juntas en 1985, y su participación en el guion de esta película, esta historia pudo ser contada. El resto de sus 6 compañeros secuestrados el 16 de septiembre de 1976 continúan desaparecidos.