Summary: | La cognición social describe los procesos neurocognitivos que nos permiten comprender a los demás e interactuar en un mundo social. A partir de la revolución cognitiva a mediados del siglo XX, el estudio de la cognición social ha estado dominado por el paradigma del procesamiento de la información. Este descuida el rol del cuerpo, de las emociones y del contexto sociocultural en la concepción de la mente. En los últimos años, dos campos de investigación emergentes están permitiendo reconsiderar esta aproximación tradicional. El estudio experimental de la interocepción, definida como el censado de los cambios corporales, brinda hallazgos relevantes sobre cómo influyen el cuerpo y las emociones en los procesos de cognición social. La investigación de la cognición moral, definida como el conjunto de procesos que nos permiten hacer uso de las costumbres y valores culturales para guiar la conducta social, permite comprender aspectos de la cognición social más complejos y dependientes del contexto, con importantes implicancias para la caracterización de los trastornos neuropsiquiátricos. La cognición moral incluye el juicio moral, entendido como la evaluación de la idoneidad de los comportamientos propios y de los demás de acuerdo con las ideas socialmente compartidas sobre lo que es correcto e incorrecto, y las emociones morales, definidas como aquellas que están vinculadas a los intereses o al bienestar de la sociedad en general u otros individuos distintos al agente que las experimenta. El trastorno del espectro autista (TEA) es un cuadro crítico en la investigación de la cognición moral. Los nuevos enfoques de la cognición social (relativos a la interocepción y la cognición moral) enfrentan importantes desafíos. En primer lugar, si bien la relación entre la interocepción y la cognición social tiene sustento teórico, las evidencias empíricas son contradictorias, lo cual reflejaría las dificultades metodológicas de las tareas de detección de latidos cardíacos–el procedimiento estándar para evaluar la precisión interoceptiva. En segundo lugar, mientras que las teorías actuales sostienen que el juicio moral es en gran parte dependiente de las emociones, las evidencias sobre cómo opera este proceso y sus bases cerebrales en el TEA son inconcluyentes. En tercer lugar, la experiencia subjetiva de las emociones morales y sus bases cerebrales han sido escasamente investigadas en el TEA. En este contexto, el objetivo de esta Tesis fue expandir el desarrollo de nuevos enfoques de la cognición social con métodos neurocientíficos mediante tres estudios empíricos independientes. En el estudio I, realizamos una caracterización multidimensional de la interocepción cardíaca y su rol en la cognición social en participantes sanos. Para ello utilizamos un nuevo índice de precisión interoceptiva que supera las principales limitaciones de los índices comúnmente implementados en conjunto con técnicas de electroencefalografía (EEG) y resonancia magnética funcional (RMf) en estado de reposo. Este nuevo índice evalúa la sincronía entre la frecuencia cardíaca y la frecuencia de respuesta motora durante una tarea validada de detección de latidos cardíacos. Encontramos que el mismo es superior a otros índices en capturar marcadores neurocognitivos canónicos de interocepción, incluyendo el potencial evocado cardíaco (PEC) y la conectividad funcional entre redes interoceptivas insulares, somatosensoriales y frontales, y se asocia selectivamente con el reconocimiento de emociones. Estos hallazgos apoyan el rol de la interocepción en las habilidades de cognición social. En el estudio II, investigamos cómo las emociones inducidas por el lenguaje modulan el juicio moral basado en intención en personas con TEA en comparación con controles. Empleamos una tarea de RMf validada que consistía en leer viñetas cuyos protagonistas cometen un daño accidental o intencionalmente y decidir cuánto castigo merecen. El contenido emocional de los escenarios se manipuló mediante el uso del lenguaje [emocional (gráfico) vs. simple] para describir el daño. También se analizaron los correlatos de conectividad funcional de RMf en estado de reposo del desempeño en la tarea. Encontramos que, en los participantes con TEA, el lenguaje emocional incrementó las atribuciones de castigo por daños accidentales (pero no intencionales), en asociación con una mayor activación en regiones corticolímbicas y una reducción en la conectividad funcional de larga distancia entre cortezas frontoposteriores. Estos resultados sugieren la presencia de sesgos emocionales bajo ciertas condiciones en el juicio moral en el TEA. En el estudio III, investigamos la experiencia subjetiva de la envidia–una emoción moral contraempática–y sus correlatos cerebrales en personas con TEA en comparación con controles. Utilizamos una versión adaptada para RMf de una tarea validada que consistía en leer situaciones afortunadas que le suceden a un personaje ficticio y reportar la intensidad de envidia experimentada. Los participantes con TEA reportaron una experiencia de envidia de intensidad similar a los controles, acompañada de una sobreactivación de regiones insulares, postcentrales y temporales, sugiriendo el uso de estrategias compensatorias. En conjunto, los tres estudios que conforman esta Tesis ayudan a superar la concepción de la cognición social como una entidad aislada, separada del cuerpo, de las emociones y del contexto en el que tiene lugar, y abren una nueva agenda para el abordaje neurocientífico de la relación entre la interocepción y la cognición moral, particularmente en el TEA. Futuros estudios podrían replicar los presentes resultados con muestras más grandes y técnicas de RMf más potentes, abordar el potencial efecto moderador de variables relevantes, implementar modelos latentes que permitan probar hipótesis causales, desarrollar paradigmas más ecológicos que reflejen mejor el tipo de experiencias sociales que las personas enfrentan en su vida cotidiana, y comparar los perfiles de cognición social entre diferentes patologías. Los resultados de esta Tesis tienen múltiples implicancias. A nivel metodológico, hemos validado de manera robusta paradigmas sensibles para el estudio de la interocepción, el juicio moral y las emociones morales mediante la combinación de métodos conductuales y cerebrales. A nivel teórico, ampliamos los conocimientos sobre (a) la interocepción y su relación con la cognición social en personas sanas; y (b) la cognición moral en el TEA, sentando las bases para nuevas investigaciones que entrelacen sistemáticamente estos dominios. A nivel clínico, nuestros resultados tienen implicancias para la caracterización y posible tratamiento del TEA y otros trastornos neuropsiquiátricos.
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