Summary: | La química medicinal, según definición de la IUPAC, se ocupa del descubrimiento, identificación, diseño, síntesis, interpretación de los mecanismos de acción y finalmente de la producción de compuestos biológicamente activos en general. Por otra parte, se encarga del estudio de las drogas existentes, sus propiedades biológicas y las relaciones entre su actividad y estructura. El estudio sistemático de los compuestos biológicamente activos se puede desglosar en una serie de etapas.' La primera etapa consta del descubrimiento de la sustancia activa, la cual puede tener un origen natural, sintético o resultar de un proceso biotecnológico. A la segunda etapa se la conoce como optimización. En la misma se modifica la estructura de la molécula con el objetivo de mejorar su potencia y selectividad, además de disminuir su toxicidad. Para cumplir con estas pautas se establecen y analizan las relaciones estructura-actividad, idealmente basadas en el entendimiento del mecanismo de acción de la molécula. Finalmente en una tercera etapa, denominada desarrollo, se optimizan las rutas sintéticas para su producción en masa. Además, se desarrollan formulaciones para mejorar su biodisponibilidad. Ciertamente, el estudio de todas estas etapas involucra múltiples disciplinas. Idealmente un grupo de investigación debería estar integrado por profesionales que dominen diversas áreas del conocimiento, como la química orgánica, la fisicoquímica, la biología molecular, la virología, la química biológica, entre otras. Es decir, para encarar el proceso completo se necesitaría, en principio, un grupo de investigación interdisciplinario o de la colaboración entre grupos para abarcar todo el espectro de conocimiento necesario. Dentro del diseño racional de moléculas con actividad biológica donde se conoce el blanco a nivel molecular o el mecanismo de acción de las mismas, se pueden sintetizar familias de compuestos análogos y de esta manera evaluar los factores que le otorgan dicha actividad. Por otra parte, en estos estudios se busca tener la capacidad de prever la modificación estructural necesaria para mejorar la actividad de la sustancia. Este problema se aborda identificando y cuantificando las propiedades fisicoquímicas de las moléculas en cuestión mediante diversos parámetros, y así poder establecer correlaciones numéricas entre la estructura de las mismas y su actividad biológica. A esta técnica se la conoce por sus siglas en inglés como QSAR (relación cuantitativa entre estructura actividad) y los parámetros que se intentan correlacionar están basados principalmente en las propiedades vinculadas con la interacción entre la molécula y su blanco, siendo las más simples de analizar las características electrónicas y estéricas de la interacción, y la biodisponibilidad de la molécula. Finalmente, no se puede obviar la contribución de la química computacional a la predicción de dichas propiedades fisicoquímicas a través del modelado molecular. Dentro de las estrategias sintéticas más comunes en la búsqueda de la optimización de las estructuras y que además permiten el análisis de los factores que otorgan actividad a las mismas, podemos mencionar la variación de los sustituyentes, extensión de la estructura, expansiones o contracciones de anillo o de cadenas alifáticas, variación del tipo de anillo, rigidización o simplificación de la estructura, reemplazo de isosteres,* etc.2 Para llevar a cabo estas modificaciones estructurales se pueden emplear reacciones convencionales y no convencionales. En el grupo de las no convencionales podemos mencionar a las reacciones radicalarias, las cuales son en la actualidad aceptadas como importantes vías en síntesis orgánica.
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