Summary: | Las actitudes sociales frente a las personas con discapacidad han variado a lo largo de la historia, dependiendo de las características económicas, sociales y culturales de cada época. Si recordamos los criterios arcaicos ante un sujeto discapacitado, que comprenden desde el exterminio, la reclusión y abandono como solución al rechazo familiar, la sobreprotección y atención parcial por falta de asistencia adecuada, o bien la piedad o beneficencia que se extienden hasta la actualidad. En la primera década de mi tarea psicológica se consideraba a la persona con alguna deficiencia mental, sensorial o física como lisiado, o sea como poseedor de una invalidez o deficiencia permanente durante toda su vida. En la actualidad, el desarrollo social no sólo contempla la asistencia y habilitación de la persona con discapacidad, sino su educación, considerada como el mayor logro social. Como ciudadanos tienen derecho a vivir los mismos beneficios, peligros, privilegios y libertades que gozan las demás personas. La igualdad no significa la misma educación para todos, sino la mejor educación para cada uno. En la década del 70, cuando ingresamos a nuestra Escuela Especial de Niños con discapacidad motora, la parálisis cerebral estaba siendo develada en Medicina. En nuestro medio existían centros de Rehabilitación, pero la Educación de estos niños era un desafío para la época y una actividad pionera. Con el estudio y concurrencia a cursos de la Especialidad y el esfuerzo personal de cada uno, trabajando en Equipo Interdisciplinario comprendimos que la Parálisis Cerebral era un cuadro polimorfo por la Clínica, Etiología y la Anatomía Patológica. Los progresos en los educandos no fueron inmediatos, pero con el transcurso del tiempo, después de una década se registraron progresos en la evolución psicosocial de cada niño, trabajando con el equipo interdisciplinario y la familia. Cada niño fue evolucionando socialmente y desarrollando sus potencialidades. Por mis investigaciones del área psicológica, mediante el seguimiento longitudinal de una extensa casuística, detectamos que los niños habían progresado favorablemente e incrementado su capacidad intelectual, considerándose un pseudoretardo en muchos casos la evaluación psicológica inicial, como revelan los resultados estadísticos sobre la capacidad intelectual entre los años 1971 y 1981. Este pseudoretardo era producido por limitaciones de su discapacidad y falta de estimulación adecuada. Por lo tanto, una evaluación de capacidad intelectual ya no se determina como condición irreversible, sino con la posibilidad de ser modificada por un tratamiento educativo-habilitador. Los conceptos de custodia y protección han sido cambiados por otros más dinámicos, como ser el entrenamiento y habilitación. Se destaca la necesidad que desde los Centros Universitarios se genere capacitación, información y formación en discapacidad. Quien suscribe comprobó la importancia de formar al Psicólogo con una materia electiva “Educando con Necesidades Especiales” (Facultad de Psicología – UNC, 1997-2006) para la formación de los Psicólogos en discapacidad, también en Centros de Estudios Superiores, respondiendo el alumnado con notable interés y dedicación.
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