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|a Por primera vez, el grito de tapa no sorprende. No hay rasgos extraños, ni caries imprevistas, ni gestos inéditos, porque toda la vida lo vimos así, con la garganta al aire y a emoción al viento. Ahí está, su cara más frecuente, su foto carnet, su bramido épico y sublime, haciéndonos gritar a todos los demás. "Más que preocuparse por la inseguridad, hay que pensar por qué existe". Afuera de las canchas, Martín promete que, si entrenamos en Malvinas, vuelve. Pero aunque no se ponga los cortos, no se olvida el arte de la definición: "Ningún pibe nace chorro". Una vez más, otra más, decide ser protagonista, con la cabeza y el corazón, de una batalla que nos envuelve a todos, "porque es imposible no pensar en la desesperación de una madre, con una hija desaparecida". Aunque intenten corrernos el foco, demonizar a las villas o satanizar al fútbol, la violencia, la droga, la inseguridad y la trata, no son problemas de los otros: son responsabilidad de todos nosotros. Por eso, si el destino realmente está filmando una película con la vida de Palermo, queremos ser los productores de un verdadero final que nos llene de emoción, haciendo mierda las redes, para poder abrazar a Marita Verón.
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